Manual del fracasado
Lo primero que tenemos que saber es que gracias a nosotros, los fracasados, pueden existir los triunfadores. Incluso para algunos el hecho de fracasar representa el mayor triunfo de nuestra vida: siempre defendimos el fracaso como método infalible contra el endiosamiento egolátrico al que somos tan dados los humanos.
Si por nosotros pueden existir los triunfadores, hay que reconocer que somos una parte importantísima del equilibrio global del sistema. Más importantes, incluso, que los triunfadores mismos. Proporcionalmente somos más del doble. Por tanto somos igualmente más importantes en más del 50% de proporción.
Sirva este primer argumento para que no decaiga el ánimo. Pero hemos de reconocer que a nadie nos gusta fracasar. Cuando tienes hambre lo pasas mal. Sobre todo de sexo. Como decía mi amigo, lo peor de los 40 es que te hacen invisible. Hasta ayer las chicas se fijaban en tí. Igual no les gustabas, pero te veían. Ahora pasan por tu lado y ni te ven.
Lo pasas mal por causas naturales (y entonces no queda otra que trabajarse el pensamiento para digerirlo) o porque te lo has montado mal. Entonces es el momento de: reconocer errores, mandar al infierno lo que proceda (que se quede el infinito sin estrellas), enfocar, y fijar el nuevo rumbo.